A las 21.29 de la noche, la mística Esther se convirtió en la pecadora Madonna ante el clamor de 60.000 entregados fans israelíes citados en el Parque Hayarkon de Tel Aviv. La madura norteamericana que estos días profundiza en sus estudios de la Cábala (la mística judía) volvió a ser durante dos horas la joven rubia de ‘Like a Virgin’. Esther o Madonna, con falda larga o mini sin mucha tela, sigue siendo la indiscutible reina de Israel.
“No van a ver un concierto sino un ’show’ teatral en toda su extensión”, avisaba horas antes el productor Shuki Weiss, responsable de que Madonna cierre con dos conciertos en Israel su gira ‘Sticky and Sweet’.
Con 45 minutos de retraso, Madonna apareció en el mayor escenario -no bíblico- construido en Tierra Santa. Dieciocho metros de altura, ascensores, efectos especiales… Decenas de músicos y bailarines acompañaron a la estrella, protegida en la primera fila por sus íntimos amigos, Demi Moore, Ashton Kutcher, Sacha Baron Cohen (’Brüno’ o ‘Borat’, según prefieran) y según apuntan algunos rumores también se encontraba por allí Justin Timberlake.
A cierta distancia, atento a todo movimiento, el guardaespaldas israelí, Daniel, que la protege desde hace años.
Si todo esto no fuera suficiente para que se sintiera como en casa, su rabino y uno de los artífices de su alistamiento a la Cábala, Eitan Yardeni, estaba entre los miles de espectadores. “Para Madonna era muy importante y simbólico acabar aquí su gira. Se ve que está contenta y emocionada”, afirma Yardeni.
En el ecuador de su ’show’, Madonna dijo que era el momento del breve discurso de rigor. “Han pasado 16 años desde la última vez que actué aquí. Demasiado tiempo. Os pido perdón… no volverá a pasar”, exclamó, mientras unos miles gritaban “¡Esther, Esther!”, en honor a su nuevo nombre adoptado durante la era cabalística.
Habitual de ceremonias de la Cábala en Tel Aviv, Madonna estaba anoche exultante: “Cada vez que vengo aquí, me lleno de energía. Yo creo que Israel es el centro de la energía en el mundo. Debemos aprender a vivir juntos en paz y armonía”.
Los miles de fans no desafiaron al calor, la humedad, el elevado precio de las entradas y las aglomeraciones de tráfico por la Cábala sino por la música. O mejor dicho, por una marca que sobrevive. Para ellos, Madonna sigue siendo la ‘Reina del Pop’. El paso de los años y las nuevas estrellas no la han desbancado del corazón de sus fieles, que anoche eran de todas las edades.
“Me gusta mucho que a través de la Cábala se haya acercado al judaísmo pero la verdad es que lo único que me importa es su música”, dice Maya, una joven nacida en el 86, el mismo año que Madonna triunfaba con el videoclip ‘Papa don’t preach’. “¡Su música no tiene edad!”, grita, mientras su diva canta y baila sin parar.
Nimrod (22 años), Mijal (26) y Shani son tres hermanos enamorados de Madonna. El primero acudió a su concierto en Tel Aviv en el 93, con tan solo 6 años. “Me sé todas sus canciones. Es la más grande. Aunque las entradas son carísimas he comprado para hoy (por el martes) y mañana (miércoles)”, nos dice mientras sus hermanas mueven las caderas imitando los movimientos de la ambición rubia en el escenario.
Ido triplica la edad de Nimrod. Ha venido solo a ver Madonna. Su esposa se ha quedado en casa. “Hace 16 años hubo dos actuaciones. La de Michael Jackson y la de Madonna. Aún me arrepiento de haber ido a la de Jackson. Hoy estoy aquí para corregir ese error”, comenta sin apenas mover el esqueleto. Más tarde, Madonna recordó a Jackson calificándole como el “eterno rey de la música y el mejor artista de todos los tiempos”.
Entre la meditación y la actuación¿La actuación? Apoteósica. Asistida por interesantes números de coreografía, altas tecnologías y la eterna provocación, Madonna eligió 23 canciones para deleitar a los suyos. Aunque afirma que se siente emocionada estudiando los secretos de la Cábala, llamada también “sabiduría oculta”, su lugar natural es el escenario. Empezó con ‘Candy Shop’ y no paró de bailar y moverse. Si existieran Juegos Olímpicos a partir de los 50 años, Madonna ganaría varias medallas.
“Ahora entiendo porqué desde que llegó a Israel, se pasa el tiempo meditando y yendo al gimnasio. ¡Mira qué cuerpo tiene! ¡Todo músculos!”, dice Amir, alucinado casi más por la forma física que por sus canciones. ‘Vogue’, ‘Rain’, versión actualizada de ‘Like a prayer’, ‘La Isla Bonita’… Madonna no ahorró esfuerzos en agradar a un público formado en su mayoría por jóvenes. Como Hadass, la afortunada camarera de un restaurante de moda de Tel Aviv que sirvió a Madonna en la cena que tuvo el lunes por la noche con su “nueva amiga”, la líder de la oposición, Tzipi Livni.
“Madonna fue muy simpática. Cuando la vi entrar en el restaurante, me quedé sin respiración”, confiesa. Sólo hay un detalle que no quiere desvelar, la propina que dejó la estrella. Exclusiva: elmundo.es puede decir que recibió 100 dólares…
Este miércoles, Madonna volverá a congregar a otros 60.000 fans en su último concierto de la gira. Diferentes caras pero la misma motivación para aplaudir a su ‘Esther’ más internacional. Tras la última canción, ‘Give It To Me’, Madonna cogió una bandera de Israel que le había entregado un espectador y se la enfundó. No hace falta decir que la euforia en el césped de Tel Aviv fue mayúscula.
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